jueves, 28 de marzo de 2013

Entrevista a Beatriz de Moura




Hoy entrevistamos a Beatriz de Moura, fundadora y directora literaria de Tusquets Editores.

Una vez escuché de boca de un noble que lo había perdido todo, que lo único que no te pueden arrebatar es el pensamiento, su familia siempre lo incito a leer a formarse una opinión de las cosas, pues su madre le aseguro que en los sumido en los avatares de la fortuna lo único que nadie le podría arrebatar sería su propio conocimiento.
¿Qué cree usted de ello?

Una cosa es el conocimiento y otra el pensamiento. De hecho, éste se nutre de aquél. Hay gente que almacena y amontona mucho conocimiento y que, sin haberlo pasado por el tamiz del pensamiento, sólo le sirve para exhibirse en sociedad.  

De mi familia lo que me sirvió realmente fue el hecho de que mi padre fuera radicalmente agnóstico y me incitara a leer y razonar; y que, en cambio, mi madre fuera una beata que quería forzarme a aceptar sin chistar lo de la Santísima Trinidad…  Esa divergencia de criterios, ideas y actitudes vitales me enseñó a pensar y, por tanto, a elegir en cada caso. 

Nunca ha sido tan fácil el acceso a la información, pero sin embargo la gente esta muy desinformada, hay una cultura global en la que nos dicen que pensar, que comer, que leer, que vestir, cual es el libro del momento, la gente no arriesga en las lecturas, tiene un tiempo determinado para leer, para escapar del sin sentido e insatisfacción de su propio mundo, no queremos pensar  y leemos lo que la multitud nos da por valido.
En psicoanálisis, el sueño protege al durmiente para que sus deseos inconcientes no lo despierten, del mismo modo se ha instaurado un “no pienses en eso” en  la cotidianidad del día a día. Y así funcionamos en una vorágine insatisfactoria de trabaja, estudia, come, duerme, trabaja, diviértete, compra, trabaja… Donde además nos dicen que tienes que ser, que tienes que comer, como tienes que vestir… y los pensamientos latentes respecto a la inconformidad de nuestra vida los alejamos, los soterramos, los dejamos abandonados… aunque no por ello desaparecen.
¿De qué modo usted cree que el mundo editorial ha contribuido a ese adoctrinamiento de las masas?

            Las editoriales, incluso los grandes grupos editoriales, nunca han pretendido «adoctrinar» a nadie, ¡y menos a masas! Siempre, a través de los tiempos, hubo editoriales de cualquier dimensión que han decidido anteponer el ganar el máximo dinero posible con su producción editorial; otras que han intentado ante todo crear un catálogo exigente y coherente sin por ello desdeñar el lado económico de lo que no deja ser también una empresa; y otras aún cuyo rigor con el criterio de su producción editorial ha sido tal que o bien malvive o bien ya ha dejado de existir.

            Las masas, en cambio, hoy en día frecuentan el mundo digital sin percatarse de que colosales imperios económicos las están abduciendo y conduciendo a un mundo en el que todo les es dado, les fascina y engatusa sin que nadie se percate de que han dejado de pensar por sí mismas, aceptándolo todo de ese mundo fascinante, aparentemente lleno de una información que, de hecho, es pasajera, volátil y ligera como la propia velocidad con la que se mueve en la pantalla, una información tragándose a otra segundo a segundo. Ese mundo sí adoctrina porque entrena al personal a vivir deslumbrado por una irrealidad en eterno movimiento que lo mantiene en vilo mientras los mensajes subliminales que va aceptando sin más, falto como está del tiempo, el espacio y el escenario propios de la reflexión y del pensamiento.              
              
Sellos editoriales, colecciones, de cara al autor que comienza su andadura editorial, qué consejos podría darle para no perderse en tal laberinto, cómo saber a qué puerta llamar.

            Si ese autor a que te refieres lo es de verdad, si tiene realmente talento (que es un don con el que se nace), no te preocupes, porque, llegado el momento, sabrá fácilmente encontrar la puerta a la que llamar. Ese autor, antes de escribir, habrá ya leído mucho, de todo, seguramente sin disciplina alguna, pero con la insistencia de quien reconoce en esas lecturas su camino. Y un día se dará cuenta de que el catálogo de una u otra editorial le habrá estimulado especialmente. A esa, o esas, dirigirá sus pasos.   

Supongo que estará habituada a encontrarse con cien escritores al día que salen de debajo de las piedras, más hoy día, donde todo blogger por el hecho de tener un blog ya se considera escritor, como domina esa situación, sabedora que mucha gente cree que usted podría ser la persona que abanderara su éxito, ya que en una sociedad en la que aparentemente solo importa el éxito, usted representa una esperanza para muchos que la miran con ojos codiciosos imaginando ser los elegidos, cómo maneja esa situación, ¿es complicado?
            
Pues a los editores que trabajan conmigo y yo misma es evidente que a veces esa superabundancia indiscriminada nos abruma. Pero también, con la experiencia de los muchos años de lectura severa, nos cuesta cada vez menos «reconocer» en el montón a los escasos auténticos valores a los que prestar la máxima atención. 

En el caso opuesto ¿se ha encontrado usted con escritores de los que guardan décadas sus manuscritos en el cajón, trabajan de lo que no les es propio, por miedo al no y así poder seguir soñado con ser un futuro escritor?

            No. Al menos yo no he sabido de ninguno. El oficio de escritor es durísimo y hay que tener vocación real para sobreponerse y seguir escribiendo pese a todo. De ésos sí he conocido bastantes.  

Puesto que la sociedad del éxito no se considera que el escritor no publicado es escritor. Y han sido puestos sus manuscritos en conocimiento de editorial por amigos o familiares.

            Como tampoco el que nunca ha pintado un cuadro, ni lo ha expuesto en una galería puede ser considerado un pintor… El escritor verdadero, vocacional, tanto como el pintor, escribe y pinta con y/o sin éxito inmediato, incluso si tarda años y años en darse a conocer. Todo lo demás es «hoguera de vanidades».  

Veo que este año el concurso literario de su sello La sonrisa vertical ha quedado desierto.

            ¡Nooo¡ ¡Suspendimos el Premio La sonrisa vertical hace ya nueve años, en 2004, después de la XXVI convocatoria, que sí quedó desierta! Suspendimos el premio, pero sigue viva la colección hasta hoy.     

¿Cree que a los escritores les cuesta hablar de sexo? Estamos acostumbrado sobre todo por el cine a ver películas violentas, ver muertes, pero dónde los héroes, tipos duros, suelen ser castos. Un ejemplo sobresaliente son los papeles Bruce Lee, es raro, porque sus personajes en ese sentido son muy occidentales, pues en oriente pensamiento y deseo no se venden por separado como en nuestra cultura. 

Yo, la verdad, Elena, no sabría decirte. Lo que sí sé es que mi generación sí habló mucho de sexo, y también lo practicó con mejor o peor fortuna, como toda la gente que lleva una vida activa. Vivir el sexo y hablar de él es estupendo. A mí me importan bien poco las películas a las que te refieres, y de Bruce Lee, por ejemplo, sólo habré visto alguna en la tele algún sábado por la tarde para dormir la siesta. No puedo asegurarlo, pero creo que no me he perdido nada de lo que me arrepienta.  


Ya en lo personal.


Su infancia nómada siendo hija de un diplomático, recorriendo el mundo… ¿Los libros eran los únicos amigos que podía tener siempre a su alcance?
¿En ese periodo cuáles fueron los libros que le acompañaron en su viaje y formaron su carácter?

            En ese periodo me alimenté de los libros de la biblioteca de mi padre que nunca me impidió leer lo yo quisiera, sin reserva alguna. Hoy tengo aún en mi propia casa bastantes libros de esta biblioteca. Y, sí, me formaron todos, los que me gustaron y los que no. Sin olvidar los que aporté yo en cuanto pude, como los álbumes de Tintín y la serie de libros juveniles de Las aventuras del capitán Jones en las islas del pacífico sur. Me doy cuenta hoy de que me formé leyendo libros más bien para varones, aunque también, durante un breve periodo, me zampé novelitas tipo los de Corín Tellado, a los que si hoy se les pusiera sexo aquí y allá, serían como los de la James.   


Usted cuenta que recuerda a su padre leyendo horas y horas en la biblioteca sumido en el placer de la lectura y que comenzó a leer por ser un modo de sentirse unida a él.
No le parece paradójico que cuando discrepa con el pensamiento paterno y decide seguir su propio camino, separándose de él, se asienta en la Barcelona franquista y patriarcal de los 50´s y se rodea de libros.  Es muy difícil cortar el nudo gordiano. Los olores familiares nos revierten a nuestro pasado, mientras siga rodeada de libros los recuerdos de ese tiempo feliz en la biblioteca paterna hay estarán.

            Fue mi propio padre quien cortó por mí el nudo gordiano cuando yo iba a cumplir los 19. Me echó de casa por una desavenencia política (consideró que yo era demasiado indisciplinada y «roja»). Me echó, me fui y sólo volví a verlo 17 años después, cuando se jubiló y quiso saber de mí. Al terminar mis estudios en Ginebra, trabajando para pagármelos, sí, en efecto, regresé a Barcelona a principios de los años 60, cuando, también en efecto, esta ciudad era como la describes tú. Y me alegro, ya que, a mi modo, seguí en la línea por la que me había echado de casa mi padre. Sí, así fueron las cosas, más por ironías del destino que gracias a «olores familiares»…  


La historia de sus leotardos negros veo que ha calado hondo.
¿Mirando atrás se considera una trasgresora o bien solo una persona que tuvo la fuerza para seguir sus sueños e impulsos?

            No sé si fui transgresora. Sí es cierto que, acostumbrada desde muy jovencita a vivir bastante a mi aire gracias a que la atención de mis padres se centraba ante y sobre todo en una hermana mía con una enfermedad crónica bastante grave, fui tirando en la vida tomando decisiones muy a solas, sin demasiado control por parte de nadie. Ha sido un espléndido aprendizaje.    


Kierkegaard sostiene en una de sus frases que el hombre está en la historia mientras que la mujer no, es decir que el hombre produce y la mujer reproduce. ¿Cree usted que lo que provoco la desaprobación de los dinosaurios de Gili o de Salvat (las editoriales para la que trabajó en Barcelona y de la cuales la despidieron) es que veían atentada su continuidad en el tiempo dejando a la mujer producir?

            Creo que simplificas un poco mucho el pensamiento de un filósofo como Kierkegaard… Por otra parte, las editoriales Gili y Salvat para las que trabajé para ganarme el pan a mi regreso de Ginebra no eran realmente dinosaurios ya que andaban muy activas en aquellos años produciendo libros técnicos y enciclopedias. Yo, entonces, con tan sólo 23-24 años, hacía algo que una hija de buena familia no hacía entonces: trabajar entre hombres en igualdad de condiciones en los dos sitios. Algún problemilla debía a la fuerza surgir entre tantos hombres poco acostumbrados a tener a una chavala –¡extranjera!– trabajando como ellos y con ellos. Era simplemente lógico que algo ocurriera.     


Actualmente se ve una relación espejo entre hombres y mujeres, la ley establece que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos, pero se toma como una competencia y al final muchas mujeres se pierden en la rivalidad y en no perder terreno.
¿Qué piensa sobre que las mujeres, remontándonos nuevamente a lo que dijo Kierkegaard, estemos más preocupadas por demostrar que podemos producir que por reproducir?

            Cuando hablas de «reproducir», ¿a qué te refieres? ¿A la maternidad? (Si a eso te refieres, yo creo que una mujer más bien produce al ir criando en su vientre a un ser humano…) Si aceptamos que las mujeres «reproducen», te diré que lo están haciendo de la misma manera y con la misma fuerza y determinación que están produciendo en algún trabajo. A mí, me asombra la facilidad con la que hoy día las mujeres se lanzan a esa doble aventura. No las envidio, es cierto, pero no deja de ser asombroso ese doble compromiso en la vida.  

Para finalizar.

Sin duda, Duras, como otros tantos otros autores que han pasado por sus manos, debieron de tener una personalidad complicada, destructivos, maniáticos… el arte en la conformidad no crea.
¿Qué queda de cada escritor impregnado en usted? ¿Algún autor le ha impactado tanto en su modo de ser o de pensar que le ha supuesto un cambio de paradigma?

            Sí, algunos, no muchos, de los escritores con los que he trabajado y a los que he publicado han pasado a ser también amigos con los que he tenido la oportunidad de conversar amistosamente. Todos ellos han dejado su huella, cada uno a su modo. Vivir entre ellos y con ellos, acompañarlos en su recorrido literario, ha sido para mí el alimento intelectual diario que jamás podré agradecer debidamente. En este aspecto, desde luego, me siento una persona absolutamente privilegiada.    




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